La primera generación que introdujo el Optimist en Argentina se volvió a reunir para navegar con amigos en su primer amor náutico en unas regatas que sin duda fueron de gran emotividad. Compartimos las crónicas que nos relata Carlos Castrillo.
El sábado 25 de febrero de 2023 se realizaron frente al Club Náutico San Isidro (CNSI) que fue anfitrión, 4 regatas de la clase Optimist con un detalle particular: eran 58 barcos en la línea de largada cuyos timoneles tenían entre 58 y 63 años y todos habían corrido regatas en Optimist entre los años 69 y 81. Cabe recordar que el Optimist es un barco diseñado para iniciación en la náutica para niños entre 7 y 15 años.
Fueron la primera camada de Optimist en la Argentina y entre ellos estaba Martín Billoch, primer campeón mundial argentino y varios destacados formadores de la exitosa saga de la vela en nuestro país.
Pero la historia de esta regata debe remontarse al 2 de enero de este año, cuando entre saludos de año nuevo algunos veteranos entusiastas conformaron un chat con la idea de juntarse a comer un asado en la casa de alguno y rememorar viejas anécdotas.
El entusiasmo fue inmediato y corrió como una peste. A fin de enero ya había 50 participantes en el chat y ya no se hablaba de un asado sino de una regata “vintage”.
Se conformó una comisión organizadora y se puso una fecha: 25 de febrero.
Era una reunión de amigos en que la que lo que debía prevalecer era eso: la camaradería, por lo que no se quería involucrar a nadie en su organización, pero había necesidades…
La generosidad de muchos y de otros que no alcanzaron a poder colaborar pero que ofrecieron esa ayuda iba transformando un sueño imposible en realidad.
Un astillero comprometió 38 barcos con aparejos completos para el evento que en principio se haría en Perú Beach, en las instalaciones de uno de los ex optimistas participantes… Pero la gente seguía involucrándose y el evento parecía inmanejable.
El CNSI ofreció sus instalaciones para poder salir del club y sus barcos escuela cuando ya la lista de participantes se aproximaba a los 60. Hubo que conseguir velas y CUBA a través de su capitanía de Optimist generosamente acercó 18 velas en virtud de ser receso de escuelita, que ayudó a complementar el equipamiento y contar con 58 barcos listos en la línea de largada.
El sábado todo era emociones. Desde las 9.00 se bajaban y armaban los barcos. A las 14.00, luego de fotos, reportajes (¡estuvo ESPN!) y videos se hizo la tradicional reunión de timoneles para salir todos juntos navegando rumbo a la largada a las 15.00 frente al CNSI.
Luego de tres arduas y competitivas regatas, la cuarta fue a la rampa en un “vale todo” para terminar entre risas y agotados con un tercer tiempo inaugurado con la banda de músicos de la Armada Argentina.
El relato del evento desde el corazón de un participante resume todas las emociones vividas ese día… La pregunta queda flotando y es… ¿Habrá otra?
Hace un tiempo que, por distintas circunstancias de la vida, mis días no transcurren de una manera muy luminosa. En este contexto, el evento adquirió una importancia enorme, casi desproporcionada, diría. Al punto que guardaba un pequeño temor de que no cumpliera con mis expectativas.
Lo que ocurrió el sábado fué un acto de magia, digamos, en el que uno de los capítulos más importantes y felices de mi vida me (nos...) fue devuelto condensado en 12 horas.
Desde el primer saludo al llegar, hasta el último abrazo cuando me retiré, pleno.
Llevar el reloj para atrás.
Volver a ver a gente luego de 45 años.
Volver a subir a un Optimist.
Correr contra mis mejores amigos: todos ahí! Uno a barlovento, otros a sota, varios adelante (...) y algunos atrás .
"Se niega , viro? Qué importa, ahí está Adrián"
"Viene Luis: agua! pasa por proa, pero yo contento".
"A proa, quién tumbó? Lo conozco, claro. Es el Oca" Imposible contener la carcajada cuando pasé al través.
"Martín me va a cantar agua y soné. Me deriva, lo justo"
"Yo con buenas y viene Martín, le derivo apenas. 1-1!"
Podría seguir porque, el sábado, fuí una esponja de sensaciones que se mezclaron con muchos recuerdos ( es que recuerdo mucho!).
Aproveché todo, como dije, desde el primer minuto, al último. Angurriento, se diría.
El hechizo llega a su fin, pero yo no quiero que se termine. Quiero seguir con 12 años arriba de mi barco!
Miro alrededor y comienzo a sospechar que no soy el único que quiere seguir. Es mas , leo y espero los WhatsApps como una manera de continuar con la magia.
Que no se termine mas.
Gracias a vos (como te insistí el sabado), Raúl, Adrián, Paulo y todos los demás "hechiceros". Un abrazo