Esta novela es una evocación del Romanticisimo en el Caribe de la época colonial, también una recreación de las logias masónicas que sobreviven al paso del tiempo, pero también es una lectura de la historia de Cuba.
El título del libro alude a un cuadro de 1654 pintado por Carel Fabritius (discípulo de Rembrandt y maestro de Vermeer) que en la trama de la novela está centrada en un joven de que desde la habitación de un hotel revive un trauma adolescente. Además de las derivaciones dramáticas se encuentra en la obra la importancia del arte como recurso para sobrellevar la sórdida linealidad de lo real.