Dónde estamos como padres. Editorial de La Nación

Convertirnos en mejores padres para mejores hijos y, en suma, para construir un país de mejores argentinos.

 ¿Dónde estamos como padres?

Reflexionar sobre el indelegable rol de la paternidad debería servir para reafirmar el compromiso con el futuro de nuestros hijos y del país

  

Si hay algo que muchos hemos oído hasta el hartazgo es la reflexión sobre cuán difícil resulta ser padre y qué poco nos preparamos para esta fundamental e indelegable tarea que supera ampliamente lo meramente biológico.

 

Vivimos tiempos complicados, y los chicos y adolescentes demandan un compromiso parental singular a la hora de acompañarlos en su crecimiento. Un concepto fundamental como el de la responsabilidad no puede delegarse, pues no se puede culpar todo el tiempo a los demás de lo que nos ocurre, tanto a nivel personal como comunitario. Debemos salir del papel de víctimas que culpamos a otros para hacernos cargo cada uno de nuestro rol, para modificar activamente aquellos resultados que no deseamos.

 

Educar es, en gran medida, transmitir una forma de ver el mundo. Así lo han entendido los responsables de Fundación Padres (http:/fundacionpadres.org/), una organización que lleva 12 años ocupándose con seriedad del presente para mejorar el futuro de los hijos. Abordan así diversas temáticas, como diversión adolescente, límites y dificultades en la comunicación, bullying y violencia escolar, uso responsable de la tecnología, abusos en la ingesta de alcohol, entre muchas otras, para prevenir, orientar y atender aquellas problemáticas que afectan a los hijos, proponiendo tratarlas en conjunto con los establecimientos educativos. Días pasados, lanzó una campaña publicitaria con el eslogan "Vos, ¿dónde estás como padre?", una nueva invitación a pensar activamente sobre el rol parental y una convocatoria a recuperar la presencia perdida, o cuando menos diluida, en la vida de los hijos.

 

Las piezas gráficas de la campaña plantean algunas situaciones de la vida en las que el ejemplo, como patrón de conducta, es la herramienta esencial para instalar modelos y educar en valores. Para tomar sólo algunos de ellos, la paz, la concordia, el perdón, el respeto hacia las personas y los bienes se forjan primero en el hogar. Cuando los padres conducimos irresponsablemente vehículos o transitamos desaprensivamente como peatones, nuestros hijos tenderán a copiar esas malas conductas aprendidas. Lo mismo ocurre frente al alcohol y las drogas: los padres podemos optar por ceder o por poner límites ante las situaciones que fomentan el descontrol, como las controvertidas "previas" que se desarrollan en los hogares, delante de nuestros propios ojos, muchas veces por temor a sentirnos raleados al asumir una postura diferente y firme frente a otros padres que adoptan una actitud tan permisiva como cuestionable.

 

Frente a la realidad de nuestro país, nuestros hijos y nietos también nos observan y descubren, muchas veces, que, lejos de involucrarnos activamente en la necesaria construcción de ciudadanía, damos cátedra y criticamos sin asumir auténticamente la responsabilidad cívica que nos cabe. Y los jóvenes aprenden así, lamentablemente, a desentenderse de la cosa pública, como los padres pueden desentenderse también de la educación formal para delegar su compromiso exclusivamente en las instituciones educativas, muchas veces desde la crítica cómoda o la defensa injustificada de los hijos, y sin asumir que somos en realidad los principales responsables de algo tan importante como su formación. Lo mismo ocurre con la problemática de la seguridad, que tantas vidas se cobra sin suficientes reclamos, casi como si nos hubiéramos acostumbrado.

 

La propuesta es clara: las madres y los padres que nuestra sociedad necesita deben ocupar consciente y activamente su lugar para fortalecer un papel que, de otra forma, queda desdibujado frente a los hijos y del que otros sacarán partido en beneficio propio, muchas veces de manera perjudicial para nuestros jóvenes.

 

Si los padres ocupamos hoy responsablemente nuestro lugar, nuestros hijos serán seguramente parte de un mejor futuro. Sólo así podremos hacer realidad el desafío que Fundación Padres lanza: convertirnos en "mejores padres para mejores hijos y, en suma, para construir un país de mejores argentinos".

 

En momentos en que el orden y el respeto de las normas que deben regir la buena convivencia social están tan devaluados, no está de más recordar que es primero en el hogar donde se aprende a no transgredirlas y a defenderlas. El sano principio de autoridad, hoy depreciado en tantos órdenes, debe revalorizarse y promoverse en todos los ámbitos como garantía del sistema de organización social que hemos elegido. Es necesario que prevalezca, tanto entre padres e hijos como entre educandos y educadores, junto con la buena comunicación y el diálogo, pilares que deberían ser su sustento y no un sustituto nivelador. Como todo lo bueno, se aprende siempre primero en la casa y es desde allí que, muchas veces, se contagia. La familia educa y la escuela, forma..

 

Fuente Diario la Nación del 11 de agosto de 2014 http://www.lanacion.com.ar/1717524-donde-estamos-como-padres

 

Imagen de la campaña para prevención de adicciones realizada en CUBA

 

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