Crucero de confraternidad del 30 y 31 de Mayo
La náutica tiene una
particularidad muy especial. Basta que se reúnan un par de veleros del club
para que espontáneamente CUBA cuente con una sede adicional donde sea que estén
y durante el tiempo que estén amarrados juntos. Es que los veleros son siempre
son focos de reunión, una pequeña parte de CUBA en cualquier puerto, en la que
basta algo para comer o tomar para que todos sean bienvenidos y se convierta en
una reunión de camaradería inolvidable.
Esto ocurrió el fin de semana del
30 y 31 de mayo, en Colonia del Sacramento, Uruguay. Cerca de 15 veleros de
CUBA llegaron hasta ahí con muchos nautas experimentados a los que se sumaron casi
30 alumnos del Curso de Timonel.
El programa fue organizado
excelentemente por Javier Lagorio (dueño del velero Kalisay) y Diego Cuneo (director
del Curso de Timonel).
Para que se puedan dar una idea
de lo que fue el encuentro les dejamos un video que preparó José Traverso,
propietario del velero Alambique Veloz:
http://replayapp.com/v/1t5HSSjJZH/
Varios de los participantes nos
contaron sus vivencias que a continuación les transmitimos:
Natalia Benítez – Velero Gallaicus
“Cruzar a Colonia en velero
siempre es un viaje increíble, pero cuando lo haces rodeado de gente que
siente la misma pasión que vos por la náutica se vuelve un ¡viaje UNICO!
Este fin de semana cruzamos 15 barcos, casi 90 personas entre alumnos del Curso
de Timonel, profesores y socios que prestaron sus barcos para que el cruce sea
exitoso.
Cada barco que llegaba al Puerto de Colonia era recibido con alegría y
festejos, y enseguida la atención estaba puesta en la llegada del
próximo.
A la tarde todos salimos a caminar
y a disfrutar de una ciudad que tiene un encanto especial con esas calles
empedradas, esas casas antiguas, esos faroles, esos colores...
La alegría y la buena onda fueron
una constante durante todo el día.
A la noche la reunión fue en
diferentes barcos, cada persona llevo algo para tomar y comer, la idea era
compartir la noche, seguir conociéndonos y compartir anécdotas divertidas entre
todos.
Todos los alumnos del Curso de Timonel queremos agradecer a Diego, Mingo,
Santiago y Javier por la organización de este cruce y ¡esperamos ansiosos el
próximo!”
Manuel López de Gomara – Velero Alambique Veloz
“Hace unos meses cuando empezamos con el curso parecía todo imposible,
desde lo práctico hasta lo teórico. Un lenguaje totalmente diferente y técnico.
Hoy, un tiempo después, empezamos a entender todo un poco más y lo que es mejor
aún empezamos a tener nuestras primeras anécdotas como Nautas.
El último fin de semana de Mayo hicimos nuestro primer cruce a Colonia,
y por suerte no será el último. En mi caso lo hicimos en el Alambique Veloz a
cargo de José Traverso, una gran persona que nos transmitió toda su experiencia
como navegante y nos dio muchísimos consejos y tips. Sin duda, el cruce para mi
comenzó en la semana cuando recibo la llamada de un número desconocido a mi
celular, era José que comenzaba organizar a la tripulación y cómo dividirnos la
comida y la bebida, dos cosas que nunca faltaron.
El viernes a la noche nos hicimos todos presentes en el Puerto de Olivos
y ahí nos presentamos e hicimos el rol. Jose y su esposa Estela, Nico, Migue y
yo era la tripula del Alambique Veloz. Luego de hacer migraciones y con toda la
manija del mundo me fuimos a dormir esperando que sea la hora para ir a C.U.B.A
y partir rumbo a colonia.
A las 7 de la mañana Jose nos daba las primeras indicaciones cómo
Timonel, quien cuidaba estribor, quien babor, quien liberaba proa. A mí me tocó
liberar proa. Segundos después ya estábamos saliendo por el canal. La imagen
esa fue realmente impagable, se las dejo aquí porque no se puede describir.
Ya fuera del canal izamos las velas y me deja tomar el timón. A partir
de ese momento empezó una clase teórica y práctica espectacular. Nos explicó a
leer la cartografía, usar el GPS, el track, los “Waypoints” o algo así jaja,
vimos las boyas, bastante cerca ya que le echamos “finitos” para verlas mejor,
los barcos hundidos (hay unos cuantos en todo el cruce). En un momento se
prestan las condiciones e izamos el spinnaker. Otro momento espectacular, todo
el tiempo corrigiendo la escota del spi. Fue arduo trabajo que hicimos con
Miguel también tripulante del Alambique. Fue muy divertido cuando armamos una
competencia inventada por nosotros en la que le teníamos que ganar a otro
velero que venía más adelante, nos fuimos acercando de a poco y lo pasamos. Fue
muy gratificante jajaja.
Cruzamos la autopista de los Gigantes de acero. Realmente te hacen
parecer muy chiquitos los buques, y la inmensidad del río. Sin punto de
referencia alguno. Acostumbrados a ver costa y edificios para guiarnos por
momento nos mareábamos y perdíamos el rumbo, pero no pasaba más de cinco
segundos que Jose nos lo hacía saber.
Hay un momento que dejas de ver la costa Argentina pero que tampoco ves
la uruguaya, en ese momento sos vos, el velero, el viento y la comida jajaja.
Habremos comidos 3 docenas de empanadas, galletitas, frutas y chocolates! Luego
de a poco empezas a ver las cosas que nos dijeron en clase, el Faro de
Farallón, la isla San Gabriel y finalmente ves Colonia. Y empieza la cuenta
regresiva, el banco de pescadores y ya la ansiedad empieza a jugar otra vez.
Ya cerca de entrar en puerto repasamos la maniobra de amarra. Miguel iba
a pro y tenía la tarea de saltar al muelle pasar el cabo por un pituto, cuyo
nombre es técnico es “Bita” y volver a saltar a proa para hacerlo firme en el
otro extremo. Tarea no muy difícil pero con un alto riesgo de hacer hombre al
agua y hacer papelones. A Nico y a mí nos toco amarrar los cabos a las boyas,
haciendo firme a la cornamusa. Jose hizo mucho hincapié en que nos agachemos
porque si no no íbamos a llegar. Y efectivamente no solo había que agacharse
sino que prácticamente me colgué de la banda para amarrar el automático a la
boya. Contento de haber podido con la boya, escuchamos gritos desde el muelle.
Era verdad lo que tanto recalcaron en clase y tanta presión nos generó momentos
antes de amarrar. Habría unas veinte personas viendo nuestra maniobra.
Entre ellos Hugo, un personaje más que divertido y generoso, pero que en ese
momento quería que se callara jaja. Nos grita sáquenlo de ahí y pónganlo al
lado del Gallaicus que hay lugar. Otra vez, marcha atrás y a colgarme de la
banda, liberado de ambos lados nos acercamos al lugar que nos dijo Hugo. Yo lo
veía y para mí no entraba ni un Smart anfibio con Fangio al volante, pero bueno
teníamos ya medio colonia mirando nuestra llegada. Otra vez a colgarme de la
banda y enganchar el automático a la boya, Nico hizo lo mismo de estribor y
Migue hizo la proa. La maniobra salió perfecta, la presión se esfumó y a partir
de ese momento no me acuerdo más nada. Porque dicen que lo que pasa en Colonia
queda en Colonia.
La #dobleveseesese WCSC
es una Asociación más que estricta. Whats Happens at Colonia Stays in Colonia.
Espero que se repita pronto.
Lo único que no me pude olvidar es el color de los pantalones de Cuneo,
el logo de un chaleco de dudoso significado y mis pantalones-+ pijama que le
robé a la pantera rosa!
Buenos Vientos!”
Sergio Laffaye – Velero Kalisay
A Colonia en el Kalisay
“Gracias a una invitación de Javier, nos embarcamos temprano con destino
a Colonia. Con las velas izadas dejamos el puerto de Nuñez y la negra noche que
lo cubría, y fijamos el rumbo en dirección a unos trazos anaranjados que
despuntaban sobre la proa del Kalisay, que volvía a surcar las aguas después de
dos meses de reparaciones hechas por el mismo Javier.
Los aspirantes a marineros rasos experimentábamos sentimientos de
alegría por el viaje que habíamos iniciado, expectativas por los aciertos y
errores de nuestros próximos desempeños, y agradecimiento hacia Javier por
llevarnos en su embarcación. Aunque también teníamos fuertes dudas sobre el
estado anímico y el criterio de selección del capitán, después de habernos
elegido para conformar su tripulación…
El viaje de ida nos llevó unas 8 horas de suave navegación, que se
hicieron cortas por los cambios de timoneles, y por las profundas y divertidas
conversaciones que tuvimos, solamente interrumpidas para dar cuenta del stock
de fiambres, quesos, snacks ,dulces y bebidas que habíamos llevado. Aunque debo reconocer que las interrupciones
fueron unas cuantas!
Más que un velero deportivo, el
Kalisay parecía un barco almacén de los que surcan las aguas del Tigre. Y su
reluciente cubierta quedó marcada con algunas gotas que cayeron, tiñendo su
prístina blancura con salpicaduras en tonos rojo cabernet, granate malbec y
violáceo merlot. No manchamos nada más porque de pronto nos dimos cuenta que
habíamos llegado a Colonia.
Unas vueltas por la zona colonial, y después de habernos bañado y
perfumado, volvimos al puerto con la idea de ir todos a una parrilla. Por
suerte hubo un cambio de planes abordamos el velero del capitán Hugo, y así fue
que descubrimos el barco de la alegría!!
Una noche buenísima, conociendo gente muy agradable y con mucha onda, y
mucha mucha gente. Cada tanto se escuchaban gritos “a estribor”, “a babor” para
corregir la escora del barco, tratando de cuidar las crucetas. Aunque pienso
que lo que intentaban era preservar la estabilidad de la gran variedad de
botellas que circulaban bajo cubierta.
Una mención para Lucas y sus quesos y chorizos de campo que provocaron
un alto impacto, tanto que varios propietarios de barcos empezaron a negociar
su pase para integrarlo a sus tripulaciones.
El domingo zarpamos con sol, poco viento y bastante sueño. Nuevamente
Javier hizo gala de su irracionalidad al confiarnos el mando de su nave, pero
por suerte durmió poco y evitó repetir la escena del Graf Spee en las costas
orientales…
Un relajado regreso con spinnaker, psicología y gastronomía, bartender y
sandwichmaker incluidos, cambios de timoneles, aprendizaje y gratos recuerdos.
Un especial agradecimiento para Javier por habernos invitado en el
reestreno del Kalisay, a Hugo y su familia por la noche en el insumergible
Gallaicus, y a todos los que participaron en esta gran salida a Colonia.”
Marcos Martí Garro – Velero Sex Symbol
Mi medio cruce Colonia - Buenos Aires
“Mañana del sábado 30 de mayo. Me encuentro rindiendo un parcial de
Análisis Matemático. Resultó ser bastante complicado, mi cerebro está que
explota. Pienso: “yo acá y mis compañeros del curso de timonel están navegando
rumbo a Colonia, probablemente picando algo y tomando unas ricas cervecitas. ¡¿
Qué hago acá?!”.
Son las ocho de la noche, mi cruce en Buquebus fue de tan solo una hora,
pero una hora larga y aburrida, sin poder ajustar velas, ni tirar bordes, ni
pudiendo siquiera sentir una gota de viento. Hubiese preferido las seis o más
horas de cruce con todos los cubanitos! Pero basta de quejas, ya estoy acá, en
la habitación 7 del Hostel Colonial, en el pintoresco centro histórico de
Colonia del Sacramento, un pueblo sin preocupaciones, donde todo parece tan
tranquilo...
Santi duerme, el Colo recién se despierta, Diego aparece en toalla. Me
contagiaban sueño. Y claro, el viaje los había dejado destruidos. Zarparon a la
madrugada, con muchísimo frío, no había campera ni sopa que los salvara. Me
pusieron en conocimiento de lo que fue esa travesía y enfilamos hacia el
puerto, donde estaban amarrados todos los veleros cubanos, uno al lado del
otro. Una noche fresca pero espectacular donde el único clima era el nuestro.
Habíamos ocupado más de una decena de amarras, la marina era prácticamente
nuestra. El puerto estaba de fiesta. Se escuchaban gritos de barco a barco y
muchas risas. Se armaron unas gloriosas picadas con mucha variedad (quesos,
salames, mortadela, leberwurst, tostaditas, etc) y unos ricos tragos muy bien
preparados, que para algunos terminó por complicar aún más la maniobra de
abordaje de barco a barco. Ese era todo un arte, se requería el doble de
equilibrio con unos tragos encima. Y qué mejor idea, para terminar de reventar
esas panzas, que ir a “Los Farolitos” por unas papas fritas, panchos y chivitos
uruguayos..
Mañana del domingo 31, es la hora. Estoy muy ansioso de emprender la
vuelta. Y digo ansioso, porque para eso es que vine, para navegar esos 55 km aproximadamente que
separan el puerto de Colonia de CUBA Nuñez. Tuve el placer de navegar en el Sex
Symbol, un J24 del club, junto con Diego, Santi, Mati, el Colo y Jochi. Una
tripulación de mucho nivel! Con la mayor izada y motor, hicimos el primer tramo
del recorrido, pasamos cerca de las Islas San Gabriel y Farallón, con cuidado
de no desviarnos del rumbo ya que es una zona de poca profundidad. Izamos
genoa, apagamos un rato el motor y mantuvimos rumbo de ceñida en 270° a una
velocidad casi constante de 5/6 nudos aprox. Jochi, el Colo y yo, nos fuimos
turnando al timón y con las escotas. En el camino nos encontramos con varios de
los otros veleros. Al igual que nosotros todos iban muy relajados, charlando,
tomando, y picando algo.
Hace rato dejamos atrás el pilote amarillo (Norden), ya estamos llegando
al Canal Mitre. El viento está borneando, ahora nos pega de través hacia la
aleta. Todo indica que lo mejor será izar spinnaker. Tangón al tintero, braza y
escota listas, abajo genoa, arriba spi… Ahora cambió la cosa, volvieron esos 6
nuditos. Nos ponemos a la par del “Dione” en el cual iban Gustavo, Dedos, y su
tripula y regateamos la última milla hasta el club. Todo quedó al mando de
Diego y Santi, quienes daban las órdenes y nos terminaron desplazando hacia proa
justamente para quitar peso de popa e ir más rápido.
Son las once de la noche y estoy acostado en mi cama, muy contento de
haber compartido estos buenos momentos con todos y de haber realizado el
"medio" cruce Colonia - Buenos Aires. Un especial agradecimiento a
todos los organizadores del cruce, a los socios que se ofrecieron con sus
barcos, y a todos mis compañeros y futuros timoneles por haber puesto la mejor
onda.
¡QUE SE REPITA!”